9.9.15

Todo lo que sube, baja: la Wiener Riesenrad

Uno de los lugares de Viena más especiales para nostros es la Wiener Riesenrad (o Noria de Viena). ¿Especial? ¿Por qué? Los que nos conozcáis un poquito ya sabréis la respuesta, pero para aquellos que lo desconozcan, desvelaré el motivo al final del post.


Así que como os podréis imaginar, primero un montón de información y datos curiosos sobre esta atracción y al final, el marujeo...

En primer lugar decir que se encuentra en el parque de atracciones del Prater, del que ya hemos hablado alguna vez aquí. Fue una de las primeras norias y se construyó en 1897 para celebrar el cincuenta aniversario del reinado de Francisco José de Austria. El diseño corrió a cargo de un inglés Walter Bassett, lo que explica que su altura sea de exactamente 200 pies, es decir, 61 metros.






 La Riesenrad es, hoy en día, uno de los principales atractivos turísticos de Viena. Por eso, cuando vienen visitas, siempre es una de las opciones para visitar, y con Jordi (qué raro se me hace llamarte así, Truji) no fue una excepción. De los años 20 hasta 1985 fue considerada la noria más alta existente en el mundo. Originalmente, la noria contaba con 30 góndolas, pero debido a los daños ocasionados durante la Segunda Guerra Mundial, durante la reconstrucción, sólo se recolocaron 15 de estas cabinas.






La verdad es que si se viene a Viena, es casi obligatorio subirse, ya que desde arriba las vistas son impresionantes. Y no sólo eso sino que si eres cinéfilo, te sonará como escenario de pelis tan famosas como El Tercer Hombre, Antes del amanecer o The Living Daylights (que se tradujo en España como 007: Alta Tensión).









Detalles y curiosidades varias sobre la noria

- Las autoridades de la ciudad inicialmente plantearon objeciones a la construcción de la noria gigante, ya que se trataba de un proyecto inusualmente audaz para la época. Como siempre, los mandamases mareando la perdiz en cuestión de innovación. Menos mal que el profesor de Construcciones de la Universidad Técnica de Viena de la época tuvo visión de futuro y luchó por el proyecto...

- En principio, la noria gigante constituye un puente, que en su forma consiste en 2 semicírculos idénticos colocados uno encima del otro. Éstos están suspendidos desde el cubo del eje grande por medio de radios 120 de cable flexible, aunque durante la rotación sólo los que están cerca del plano vertical que mira hacia abajo son soporte de peso.


- El 1 de mayo de 2002, volvieron al Prater las ocho cabañas perdidas y que ahora forman La Rueda de la Historia en el Panorama, guiando a los visitantes en un viaje por la historia de Viena y del Prater.


 - ¿Qué pasaría si hubiera un corte de energía? Parece ser que hay gente que pregunta eso antes de subirse. Desde la web de la noria aseguran que disponen de un generador de emergencia que se controla de forma permanente y que es capaz de garantizar las operaciones de espera en cualquier momento. Incluso si éste llegara a fallar, la rueda gigante aún se puede girar manualmente.

 
- En 1916 se emitió un permiso de demolición, pero se salvó de la destrucción por falta de dinero. Por una vez, la falta de presupuesto fue algo bueno.

- En 1944, en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, la noria se quemó, pero fue reconstruida en 1945 (al mismo tiempo que la catedral de San Esteban). De hecho, es la única noria gigante de su tiempo que todavía está en uso hoy en día.

 


- Dos días antes del comienzo de la Eurocopa 2008 (esa que ganamos contra Alemania), engalanaron a la noria de esta guisa: un Petr Cech de 42 metros y ocho brazos. Era una de las aciones enmarcadas en la campaña DREAM BIG de Adidas diseñada por la agencia holandesa 180/TBWA.



Y para acabar, tal como he prometido, voy a explicar el porqué de la importancia de esta noria para nosotros. Resulta que hay cabinas de la noria que las puedes alquilar y tienen unas mesitas donde puedes cenar, picotear, poner una TV y ver la Eurocopa con los amigos, hacer cenas de empresa...

Y también se hacen pedidas de mano  :)

Una rosa, una copita de champagne, algún canapé y valses de fondo (¡y una estufa! que en noviembre de noche hace ya algo de fresquete...) fueron el escenario perfecto donde Iñigo me pidió que nos casáramos. ¡De película! (De hecho, mucho mejor que en una película, porque nadie dijo "¡corten!" al acabar la escena).

Con ojos llorosos y cara de pánfila. ¿Y quién no después de semejante puntazo?


Y casualidades de la vida, ahora vivimos en Viena...



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