10.8.15

Un día de verano en Schwechat

Llevamos ya varias semanas que la temperatura llega hasta los 34-36 grados de media. La gente no se lo cree que hasta que viene, pero en Viena hace CALOR, así, en mayúsculas. Y uno de los remedios por los que puedes optar son las piscinas.

 
Pero el plan de pasar el día en la piscina aún es mejor si vas al jardín de una de tus amigas que, además, vive en las afueras de Viena. Jardín, piscina y brisa en buena compañía. ¿Qué más se puede pedir?

Con las mamis de la Chikipandi siempre estamos hablando qué nos gusta (o nos gustaría) más: vivir en un piso en la ciudad o en una casa con jardín en las afueras. Cada una opina diferente, como debe ser, pero de todas las mamis que somos, sólo Mariana (la mamá de Félix) vive en una casita con jardín a media hora de Viena. Y con el calor y el espacio que tienen, decidieron montar una piscina en el jardín.

Pero no una "piscinita de quita y pon" como la que te imaginas cuando te dicen que sólo para el verano. No, no, una pedazo de piscina donde cupimos nosotras, los peques, el sillón hinchable, todos los manguitos, el Nemo hinchable...






La casa (y la piscina) está situada en Schwechat, al sureste de Viena. Pero a pesar de estar a 40 min de la ciudad, está muy bien comunicad. Es un pueblecito tranquilo, conocido por su cerveza (o eso dice Wikipedia) y por ser el lugar donde se ubica el Aeropuerto Internacional de Viena. Aunque tengo que decir que no se oye nada de nada ni se ve ningún avión ni se intuye siquiera que cerca hay un aeropuerto.

Mariana nos invitó a pasar el día y la verdad es que fue un día muy agradable. A pesar del despiste inicial de la estación (en Viena hay varias estaciones de tren y no todos los trenes paran en todas ni hacen los mismos recorridos), el trayecto fue muy rápido. Al llegar, un inmenso jardín nos dio la bienvenida y Mariana nos había preparado limonada casera de frutos del bosque, así como una deliciosa comida. ¡Ñaaaaaaaam!














Y después de comer, un bañito refrescante para todos (y digo "refrescante" por no decir congelante, que el agua de Viena está fría fría, aunque le dé el sol todo el día...). Ni digestiones, ni siestas, ni cafés: todos a cambiarnos y ¡al agua patos! La verdad es que era la primera vez que Irene se metía en una piscina y he de decir que la cosa fue bastante bien. Al principio muy abrazada a mí, sin soltarse ni un milímetro, pero poco a poco le fue cogiendo el tranquillo y al final, en el flotador de cuerpo entero, estaba la mar de a gusto.









Ahora me tomaba yo aquí un zumito y como una reina...

¡Camarero! ¡Un Apfelsaft, bitte!






Entre las vacaciones y los que aún estaban trabajando, faltó mucha gente (que también hubieran cabido en la piscina... ¡Es enooorme!). Y a pesar de que no estuvimos todos, los pekes se lo pasaron bomba, fresquitos y jugando a sus anchas. Y la familia Trinko fueron unos anfitriones estupendos. ¡Muchas gracias por todo!

¿Cuando decís que repetimos? :)






1 comentario:

  1. Qué lugar más bonito!! Y la piscina es genial, porque así no hay m iedo de que ningún ni´ño se pueda caer. ¿Y Ariadna? Que día más bonito!!! Pero tus hijas van de fiesta en fiesta!!! qué envidia!! Que divina está Ire!!! <3 <3 <3 Besos!! Que ilusión que nos veamos en septiembre.

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